"No le gustaba el mar sino por sus tempestades y el verdor sólo cuando aparecía salpicado entre ruinas. Necesitaba sacar de las cosas una especie de provecho personal; y rechazaba como inútil todo aquello que no contribuía al consuelo inmediato de su corazón, pues, siendo de temperamento más sentimental que artístico, buscaba emociones y no paisajes".
El síndrome de Madame Bovary o también conocido como "bovarismo", toma su nombre de la novela de Gustave Flaubert "Madame Bovary", un libro clásico de la literatura universal. Una historia que se caracteriza por un conflicto entre la ilusión romántica y la realidad, donde se debaten los afectos, llevando a la consecuencia de la frustración constante y la destructividad de Emma Bovary, su protagonista.
Emma, una joven soñadora, casada con el médico Charles Bovary, quien la ama, pero es incapaz de comprenderla y satisfacerla, buscará la realización de sus sueños en otros amores, pasionales y platónicos, pero ninguno de ellos logrará calmar su desesperada ansiedad y sus románticas inquietudes.
Bovary vive en un tormento, una constante frustración e insatisfacción, aún teniendo un amor verdadero y comprensivo en la figura de su esposo, busca el amor en otros brazos, guiada también por el rencor que dice sentir hacia Charles.
El bovarismo como arquetipo, es carcaterizado por un deseo constante de algo que pueda llenar un vacío existencial, siendo utilizado el término como síndrome en 1982 por Jules de Gaultier. De entre sus características, podemos mencionar las siguientes:
- Búsqueda de la perfección
- Insatisfacción crónica
- Adicción al romance
- Vivir de ilusiones constantes
- No disfrutar de lo que se tiene pues se anhela algo diferente
- Embellecer y distorsionar el pasado pues "era mejor que ahora".