Hace días leí un relato de José María Latorre, llamado "el regreso" parte del libro "Música muerta y otros relatos", trata acerca de un hombre que vuelve a la ciudad donde creció luego de muchos años de no visitarla y se encuentra con muchos cambios, tanto en el paisaje, como en las personas que lo habitan, es una historia nostálgica, de añoranza, en el que una persona trata de volver a los lugares y a las personas que tiene en sus recuerdos, pero la realidad ha cambiado.
Me gustó tanto que lo volví a leer, creo que volveré a hacerlo pues continúa dando vueltas en mi mente, sobretodo esta reflexión de cuando el protagonista visita el cementerio:
"... Pero no veía en las fechas de las lápidas el resumen de unas existencias, sino la constatación de un vacío, de un mundo que se había ido para siempre dejando lo más superficial de él en las fotografías, en los libros y en las filmaciones caseras... Y así fue comprendiendo el sentido de una vieja frase que aseguraba que cada muerte no significaba el final de un mundo sino el final del mundo. ¿Qué quedaría de él mismo sin sus sensaciones y pensamientos más íntimos, desaparecidos con su vida cuando llegara el momento? Poco a poco, aquel mundo pasado se extinguiría... Detrás de las lápidas no había más que huesos y polvo, ni un rastro de lo que habían sentido ante cada hecho, ante cada paisaje, como si nunca hubieran existido. Con su muerte había desaparecido su propia percepción de lo que se entiende como realidad".
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