El primero, el dolor físico, puedo decir que las mujeres de alguna forma estamos acostumbradas al dolor (desde la menstruación cada mes), recuerdo que cuando tuve a mi hija la primera semana no sabía qué me dolía más, si la herida de la cesárea, los pechos o la espalda por la epidural. Puedo constatar que en comparación con todo lo que pasamos, la molestia de la mastografia no es nada, es mínima y es una molestia que representa que te estás cuidando, que te quieres, que te valoras y que estas al pendiente de tí misma.
El segundo, el temor a que salga algo sospechoso. El miedo puede ser tan incapacitante que consiente o inconscientemente se deja para después, pero la valentía es la que te impulsa a ir a pesar del miedo, muchas cosas en la vida son a pensar de, ir y revisarte, enfrentar ese miedo, hacerlo por nosotras mismas y por nuestros seres queridos. Cuando se tiene un miedo incapacitante acudir a terapia, lo que sea necesario para buscar nuestro bienestar físico y emocional y que no sea un impedimento.
Las otras causas son las económicas y el temor a la radiación. Los expertos indican que la exposición a la radiación durante el estudio es mínima, (incluso en la vida diaria estamos expuestos a aparatos que no son inocuos tipo el celular). Respecto a lo económico, pongámonos como prioridad, hace poco mientras esperaba en un lugar platicaba con una señora que me contaba que cada año aprovechaba los descuentos de octubre para revisarse y hacerse la mastografia, hay lugares también que en este mes las realizan gratuitamente, el punto es encontrar en dónde tú te sientes más cómoda, que con quienes vayas sean técnicos radiólogos con estudios o especialidad en mamas y que también tengan la empatía y la humanidad necesarias para guiarte.
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