"La mayoría de los estudios muestran que cuando nos vemos enfrentados a adversidades graves, la mayoría de nosotros podemos apañárnoslas sin secuelas y que solo una minoría desarrolla síntomas postraumáticos. De hecho, nuestra mente dispone, al igual que el cuerpo, de notables facultades de autorreparación, que escapan en gran parte a nuestra atención.
Vivir es actuar, establecer relaciones con los demás, observar el cielo, comer, distraerse: cuanto mas nos orientamos hacia la vida y menos hacia nosotros mismos, hacia las pruebas dolorosas que acabamos de atravesar, más oportunidades concedemos a esas capacidades de autorreparación para que realicen tranquilamente su labor. Por eso darle vueltas al pasado es lo peor que se puede hacer cuando se han vivido momentos difíciles (es como rascarse una herida, impidiendo que cicatrice). Liberarse de ello es lo mejor que podemos hacer. Cuidado, liberarse del pasado no es olvidar ni borrarlo, sino no dejarle ejercer su influencia sobre nosotros.
¿Dificil? Sí, es difícil. Pero no se trata de aspirar a un control absoluto: ¡Que no pase ni una cavilación más!. Más bien se trata de un control perseverante: cada vez que veo que estoy a punto de darle vueltas a algo, regresar al presente, a la acción, a la observación de la realidad en lugar de a la cavilación de esa virtualidad tramposa, que son los dolores del pasado y los temores sobre el futuro.
Todas las alegrías, incluso microscópicas, efímeras, incompletas e imperfectas, me curarán de estas heridas de la existencia. Por ello, cuanto más me entrene en disfrutar de la existencia en momentos sosegados, más fácil me resultará hacerlo en periodos de tormenta, o tras la tormenta, frente a todos los estragos y las obras de reconstrucción que me esperan. Y, en esos momentos, no buscaré sentirme feliz, sino simplemente exponerme al sol de la felicidad, a la espera de que poco a poco me caliente y recupere la buena cara.
La vida es reparadora; la vida feliz todavía lo es más"
- Chistophe André en: "Y no te olvides de ser felíz".
- Chistophe André en: "Y no te olvides de ser felíz".
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