jueves, 26 de octubre de 2017

Pensar en la muerte

Ahora que estamos en fechas próximas en que todos nos acordamos de la muerte, época para comprar calaveritas, disfraces de brujas y fantasmas, leer cuentos y ver películas de terror, época en que no negamos a la muerte y los panteones estarán en dias próximos repletos de flores y visitas a los parientes fallecidos, ahora no se niega a la muerte, de alguna manera se le rinde culto, se le festeja y a través de las calaveritas literarias hasta nos reímos de ella. 
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Sin embargo, solamente son días específicos al año, pues los demás días tratamos de negarla y evitarla lo más que podemos. Nada de burlarse de ella porque le tememos, nada de siquiera voltear a mirar el panteón porque nos da miedo, nada de hacer testamento porque "no vaya a ser la de malas", nada de llevar a los niños a los funerales porque son apenas unos pequeños que no deben saber de ello, y muchas otras cosas e incluso rituales que hacemos para deshacernos de la idea de la muerte lo mejor posible. Pero ahí está. Presente. Todo el tiempo, a cada momento, sabemos de ella, escuchamos noticias y dentro de nosotros tenemos la idea clara de que somos finitos. 

Considero que debemos de pensar en nuestra muerte, no solamente en estas fechas, obviamente  no todo el tiempo, ni todos los días, pero negarla tampoco es sano, podemos pensar en ella por muchas y variadas razones, entre ellas:
  • Pensando en la muerte, pensando en que algún día, no sé cuál, no sé cómo pero ya no estáré más aquí, pensando en mi muerte puedo rectificar situaciones pendientes, llámese testamentos, llámese conflictos con mi familia, arreglos, perdonar o pedir perdón de todo corazón para que mi energía ya no esté más ahí. 
  • Pensando en mi muerte puedo hacer un balance de cómo llevo mi vida, ¿He conducido mi vida lo mejor posible? ¿He hecho el bien o me he dedicado a fregar al prójimo? ¿He cumplido mis metas? ¿Si mueriera pronto, mi vida sería algo de lo que estuviera satisfecho u orgulloso?, pensar en mi muerte me sirve para cuestionarme, para rectificar o cambiar el rumbo si es necesario.
  • Pensando en mi muerte puedo valorar la vida ¿Me quejo mucho? ¿En realidad mi vida es tan mala como pienso? ¿Qué cosas no he disfrutado? He reído lo suficiente, he amado lo suficiente, he paseado lo suficiente, ¿Cada cuanto hago el bien?.
  • Pensando en mi muerte puedo pensar en los demás. En mi pareja, en mis padres, en mis hijos si los tengo, ¿Cuál es el legado que dejo? ¿Dejo puros problemas o les dejo amor? ¿Hay algo que deba solucionar con alguno de ellos?
  • Pensando en mi muerte puedo darme la oportunidad de pensar en mi salud. Mientras viva ¿Cómo quiero vivir? ¿Me cuido lo suficiente? ¿Me alimento bien o como pura porquería? ¿Hago ejercicio con regularidad? ¿Hago mis chequeos médicos o me da miedo ir? ¿Leo? ¿Disfruto? 
  • Pensando en mi muerte puedo recordar mi sentido de vida. ¿Cuántos años pasaron antes de que nacieras? ¿1984, 1990, 1960? ¿Cuántos? Éste es nuestro momento de vivir, este es el único momento por lo que sabemos, es nuestra única oportunidad, ¿La estamos aprovechando?
Pensar en la muerte es una posibilidad para hacer un balance de nuestra vida y de nuestras acciones, hacernos preguntas esenciales de vida, de mi rumbo, de cómo quiero seguir viviendo, creemos que pensar en la muerte nos deprimirá, pero incluso puede ser nuestra oportunidad de vida.

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