viernes, 23 de enero de 2015

El valor de estar solos

Cada vez más, los seres humanos huimos de nosotros mismos, de forma deliberada nos llenamos de actividades por hacer, sonidos y un sin fin de cosas que nos provocan preguntarnos: ¿qué era lo que solíamos hacer antes de tanta tecnología?, ¿qué hacíamos con nuestro tiempo antes de tanto robó de consciencia continuo? Tanto tiempo valioso suprimido por el internet, la obsesión por las fotografías, los mensajes de celular, las redes sociales, los juegos, la televisión, etc. Pantallas casi todo el tiempo.

¿Será que nos da tanto miedo estar solos? ¿Tememos a nuestra propia voz interna? Porqué huimos de nosotros cada que podemos enfocando nos siempre en algo externo. Quizás no sea la soledad a la que se teme, sino a encontrarse desolados.




La soledad es la capacidad para estar en compañía de uno mismo, mientras que la desolación es sufrimiento por no estar acompañado y sentirse indefenso y vulnerable. Pagamos un precio muy alto por el temor a la soledad, siendo esclavos del movimiento y el bullicio que nos impiden reencontrarnos con nuestro propio ser, y esto se traduce también en dependencias, en espera de que otra persona nos venga a hacer felices, y creando expectativas excesivas, porque no sabemos estar sin el otro.

Es tan común que las personas se casen o tengan hijos no por convicción, sino porque eso dicta la sociedad para no ser excluidos o rechazados y sobre todo, para no estar solos. Se ha etiquetado la palabra soledad de tal manera que todos le rehuyen.

Para llegar a ser más conscientes de todo esto, es preciso tener el valor de enfrentarnos a estar con nosotros mismos, voluntariamente, evitando caer en el apego al otro o la entretenimiento para sentirme bien. Pequeños detalles y pequeños momentos en nuestra compañía, como si fuera un experimento, sin pantallas, sin atarnos a la interacción continúa y repetida con los demás. ¿Por que no? Salir, pasear con uno mismo, reencontrarse con ese ser genuino que habita dormido en cada uno de nosotros y hacer y decidir por convicción, no por ceder a las presiones externas, pues sí aprendemos a estar primero con nosotros mismos generaremos felicidad, estando o no acompañados.

jueves, 22 de enero de 2015

Serenidad en la vida cotiana

Serenidad: Paz, sosiego, tranquilidad, calma. ¿Es posible conseguirla en un mundo lleno de caos y sufrimiento? Christophe André nos sugiere que es posible a través de veinticinco experiencias en donde reflexiona sobre cómo obtener serenidad a pesar o en medio de. Además contiene una entrevista a Christophe en donde habla acerca de sus trabajos sobre los estados de ánimo y la serenidad.

Serenidad en la vida cotidiana es un libro pequeño que es como una especie de compendio de lecciones de las que aprender y con las que uno mismo se identifica, pues en algún momento de nuestras vidas hemos pasado por situaciones que no resultan del todo bien, frustraciones cotidianas o grandes dificultades en las que vemos nublada nuestra capacidad de mantenernos serenos. Éste psiquiatra nos demuestra una vez más, que es posible mantener nuestra paz interior, aún en aguas turbias.



"Hay días en que tu alma está serena: te sientes tranquilamente bien. Todo está claro y tranquilo en tu interior. No te falta absolutamente nada. Está presente todo aquello que necesitas. Y lo que te fascina es que "todo lo que necesitas" se limita prácticamente a nada: sentirte respirar, sentirte existir. La sensación animal, tan simple, de estar vivo. Una sensación más vasta si cabe de pertenecer al mundo. Igual que un lago tranquilo, que una montaña inmóvil, que una brisa templada. Ni siquiera necesitas decirte que la vida es bella o buena. En ese instante lo es, y tú lo sientes profundamente, sin necesidad de palabras. Es un estado global de tu cuerpo y tu mente. No es algo que suceda a menudo, desde luego, pero te dices que si pudieras sentirlo con más frecuencia, sería la mar de interesante..."

"Esos instantes de serenidad dan sentido y profundidad a nuestra vida. Nos apaciguan y regeneran".

lunes, 19 de enero de 2015

"Meditar día a día"

Las cavilaciones se refieren a dar vueltas en círculo a nuestras preocupaciones, a nuestros pensamientos una y otra vez sin llegar a una solución, y, no le encontramos sentido ya que se centran sobre preguntas que no tienen una respuesta satisfactoria ni resolutiva. Dichas preguntas son: "¿Y si...?" (Y si me enfermo, y si pasa ésto, y si no resulta lo otro, etc.) "Hubiera..." (hubiera podido hacer tal cosa, hubiera dicho lo otro.) "¿Qué pasó?" (centrarse en recordar cómo ocurrieron los hechos) y "¿Por qué?" (¿Por qué pasó ésto?, ¿por qué a mi?).

El resultado de éstas cavilaciones son frustración, y sufrimiento, porque no nos llevan a nada productivo, son cuestionamientos que generan ansiedad, el "¿y si...?" se centra en el futuro, sabemos que el futuro es incierto y que no sabremos con seguridad lo que pasará aunque nos pasemos días tratando de adivinarlo. El "hubiera" se centra en el pasado y es simplemente inútil, jamás podremos regresar al pasado para hacer modificaciones a lo que hicimos o dijimos.
El "Qué pasó" se revive una u otra vez en nuestras mentes pensando en los detalles y provocando sufrimiento, aunque la situación en sí ya no esté ocurriendo en éste preciso momento. Finalmente, el "¿Por qué?" se centra en buscar las razones o justificaciones para tal hecho, cuando en realidad no hay respuestas concretas ni explicaciones para algunos acontecimientos.

Las cavilaciones no son más que sufrmiento autoprovocado, algunas veces ni siquiera nos damos cuenta de que estamos cavilando, creemos que estamos reflexionando, pero en realidad no son verdadera reflexión, reflexionar conlleva a una búsqueda de soluciones, cuando cavilar o rumiar no nos lleva a ninguna modificación, sólo a enfermarnos emocionalmente.

Es importante identificar los momentos en los que sin darnos cuenta, estamos mentalmente caminando en círculos, y darle un respiro a nuestra mente. Éstos momentos de paz y serenidad nos los puede dar la meditación. Existen formas muy sencillas pero realmente efectivas de hacer meditación, una de esos caminos es el mindfulness, que es una práctica que tiene que ver con estar en el momento presente. Christophe André ha escrito un excelente libro que contiene 25 lecciones para vivir con mindfulness, es práctico y es muy elegante la forma tanto en la que escribe como en la que lo presenta, en cada lección describe de forma muy bonita y con mucha sensibilidad una pintura relacionada con cada tema, obras de arte de distintas galerias del mundo. Además contiene un disco con meditaciones, las cuáles están divididas en ejercicios guiados, muy prácticos de alrededor de 10 minutos cada uno. Para ser escuchados con calma, dándole a cada ejercicio de meditación su debido tiempo y que además contiene  diversas temáticas, como conectar con la respiración, consciencia del cuerpo, separarse de los propios pensamientos, emociones dolorosas, etc. Un libro de colección que vale la pena tener. A continuación unos fragmentos de éste libro:

"Al aferrarnos a los pensamientos dolorosos, al darles vueltas, los solidificamos. Le damos cuerpo e importancia. Rumiamos nuestros males y los convertimos en monstruos... Así pues, en nuestros momentos de depresión o ansiedad lo que nos hace sufrir, más allá de lo que nos sucede, son los pensamientos y creencias, a los que nos apegamos e inflexibilizamos hasta convertirlos en certidumbres. Después nos atamos como madres a esos pequeños monstruos que nosotros mismos hemos engendrado."



"A veces, a pesar de saber muy bien que nos hacemos daño, es imposible despegarse de las propias obsesiones   y cavilaciones. El mensaje del mindfulness es sencillo: si es demasiado dificil, entonces renuncio a expulsar los pensamientos dolorosos mediante la fuerza de voluntad, y lo que hago es ampliar el campo de la consciencia a todo el resto de mi experiendia del instante presente. No concedo todo el espacio mental a mis obsesiones y cavilaciones y las diluyo en un contenedor lo más amplio posible: mi consciencia ampliada al infinito".